viernes, 9 de julio de 2010

Atrapadas por el narco

Son convictas por delitos contra la salud. Mediante engaños a la fuerza, por voluntad propia o inducidas por sus parejas fueron utilizadas para transportar drogas ilícitas o venderlas. La mayoría fue abandonada junto con sus hijos. Son el sector mas vulnerable en la llamada “guerra contra el narco”. Las dos terceras partes de las reas del país son procesadas por este delito, el cual se ha triplicado entre las mujeres. El siguiente reportaje recoge el testimonio de algunas victimas.
Texto: Amparo Trejo
Luis tenía nueve años cuando se quedo a las afueras del Reclusorio Norte esperando a que Yolanda, su madre regresara por él. Ella estaba presa desde entonces, esa vez si le descubrieron los rollitos del tamaño de un aguacate que llevaba en la vagina. Desde entonces, el niño cambio de casa muchas veces y hoy, ya un joven de 17, batalla con la adicción a la mariguana. Se quedó solo.
Yolanda tiene tres hijos. Por ellos se fueronra Estados Unidos y los encargo con el abuelo; por ellos regreso y trabajo limpiando casas, también por ellos decidió gastar 500 pesos llevando envoltorios escondidos a las prisiones, que era mas de los 200 diarios que ganaba por lavar ajeno.
“Asumo mi responsabilidad, aunque nunca supe que era lo que entregaba sabía que era algo ilegal”, asegura. “No me importaba el riesgo, y no sabía la sentencia”
            Solo quería comprarles una casa, darles estudios a sus hijos “pero ellos eran muy traviesos y no podía dejarlos”. Y aún les reprocha: “Sí ustedes me hubieran apoyado tendrían mas estudios”. Ninguno le reclama, pero ya casi no la visitan.
Yolanda cumple una sentencia de 15 años por posesión y tentativa de suministro agravado y espera la libertad. Esta a punto de cumplir 43 años.
            Disciplinada toma todos los cursos que dan en prisión, aprende, trabaja, se deja guiar y cuidar y asiste a sus terapias sicológicas cada semana, n ose da permiso de sentirse sola, las lágrimas y el amor las guarda para sus hijos. “Se que, aunque me arrastre, me humille, llore, no puedo ayudarlos aquí”
            “Cuando salga se me va a dificultar trabajar per me estoy conservando. Quiero hacer una vida, encontrar a alguien, mis hijos ya no van a estar conmigo, debo mirar hacia adelante”, dice.
            Los delitos de narcóticos se han convertido en la primera causa por la que las mujeres caen en prisión, según el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (Inegi). En 2008, 70.2 por ciento de las presas en los 10 centros de reclusión femenil del país y la Colonia Penal Federal de las Islas Marías estaban acusadas de este ilícito.
            Indígenas, extranjeras, adultas mayores, jovencitas, cada vez más jóvenes y muchas de ellas madres solteras eligen ser “burreras”, según el argot penitenciario, mujeres que caen en la tentación de usar su cuerpo para transportar droga o que también venden.
            Tan solo en las cuatro prisiones femeniles de la capital del país, en los últimos 12 años se ha incrementado 190.2 por ciento el número de mujeres presas por este delito.
            Es decir, de 3 mil 792 presas en 1996, para 2008 había 11 mil 005 internas. Del total 170 son extranjeras, 286 indígenas, mil 229 discapacitadas, 196 adultas mayores y 328 enfermas mentales.
            Según la investigadora Elena Azaola, el 85 por ciento de estas mujeres son madres y tiene un promedio de 3.5 hijos.
            “Desde hace un siglo, las mujeres presas cumplen con el siguiente perfil: son jóvenes, pobres analfabetas o con un bajo nivel de escolaridad y casi siempre son madres solteras responsables de mantener a sus hijos”, señala la investigadora en “Nuevas tendencia de la criminalidad femenina”.
            Transportan droga de un país a otro, la venden directamente en casa o en las calles o meten droga  a los penales, explica.
            Son las más expuestas en la poderosa y lucrativa cadena de negocio del narcotráfico que genera 400 millones de dólares al año, según el gobierno de Estados Unidos: ganan poco y pierden todo. Ellas, como cabezas de familias, reciben las migajas, unos cuantos pesos, y cuando caen en la cárcel su mayor preocupación, sus hijos, se quedan sin nada.
            Esta historia se repite a lo largo del continente: Argentina, Colombia, Chile, Brasil. En América Central el problema es muy grave, sus cárceles se llenan de mujeres necesitadas que toman una decisión equivocada.
            “Se ven forzadas a tomar una decisión desesperada para proveer a sus hogares, cumpliendo con un rol que les ha sido asignado social y culturalmente”, señala un documento del Instituto Nacional de las Mujeres.
            Cuando caen presas, la familia, recoge a los hijos o son enviados a instituciones benéficas mientras ellas permanecen en prisión, pero…
            “Los niños sufren mucho, nadie los quiere, se los llevan los familiares, pero al poco tiempo ya no los aguantan, los maltratan, algunos de esos niños han intentado suicidarse” afirma Lydia de Alba, de la fundación Emanuel. Su abuela, Guadalupe Lazcari, ayudaba a presos desde que Lecumberri era una prisión.
“Los padres las rechazan, los hombres también, los hijos las desconocen”, señala de Alba, “nadie ayuda a las mujeres”.

Los delitos de narcóticos se han convertido en la primera causa por la que  las mujeres caen en prisión… un 70.2% esta acusada de este ilícito
Alfonsina Vega Locomba (penal Santa Martha)

El abrigo legal
En 2005 la entonces directora del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), Patricia Espinosa, declaró al diario El Universal que ese organismo, en coordinación con la PGR y LA Secretaria de Gobernación, estudiaban otorgar una amnistía a mujeres acusadas de delitos contra la salud, que no tenían antecedentes penales. Dijo que era cuestión de meses ya que, la funcionaria aseguro, estaba comprobado que la mayoría de ellas habían sido utilizadas.
            Cuatro años después, Inmujeres bajo la dirección de María del Roció García Gaytán, niega cualquier posibilidad que no sea la asesoría legal. Aunque reconocen “Muchas de las veces no son verdaderas traficantes sino mas bien son utilizadas a través del uso por la fuerza, engaños o inducidas por sus parejas para la entrega de sustancias a consumidores”.
Erèndira Nuñez Villanueva

Eréndira, una cándida joven de 20 años que se sentaba en la avenida Gran Canal a vender cristal con una panza de siete meses de embarazo, esta sentenciada a cinco años de cárcel por delitos contra la salud. Afuera están Israel de dos años y Raúl de cinco, sus hijos al cuidado de su abuelo materno.
            Huérfana de madre desde los doce, Eréndira era estudiante y demostradora en un centro comercial donde le pagaban 2 mil pesos, cuando conoció al hombre que le dio tres hijos y trabajo como vendedora de droga. Con el producto de la venta, además ella le ayudaba a mantener a las tres hijas de su pareja.
            “Estaba muy triste. Es que nadie de su familia trataba bien a sus hijas, estaba sin dinero y lo perseguían. Su esposa estaba presa ya y lo andaban buscando, por eso comencé a ayudarle”, relata con voz suave la chica.
            Don Celso es empleado federal y viaja cada 15 días a la prisión a ver a su hija, gasta en pasajes, comida y lo que le deja a ella entre 600 y 700 pesos. “Mi papa vive al día, tiene muchos gastos”.
            El pequeño Isaías esta con su madre en Santa Martha, en el DF, lo atienden en la guardería, mientras Eréndira lava ajeno y hace limpieza. Los enormes ojos negros bordeados de largas pestañas de Eréndira aun sonríen. Aunque apenas tiene un año y cinco meses en prisión espera salir para regresar a casa.
            En la misma cárcel esta la exmujer de su expareja, mientras el hombre sigue libre a la caza de una cándida mujer que se compadezca de sus lamentos.
Vicenta Espinoza

Los delitos federales ligados a los estupefacientes cometidos por mujeres se han incrementado en 12 años tres veces más que el de los hombres…
Programas de conciencia
Inmujeres imparte cursos para concientizar sobre la perspectiva de género a jueces y defensores de oficio en delitos federales seguidos contra mujeres.
            En 2007 esta institución, junto con dependencias federales como Gobernación y la Procuraduría General de la República estableció el “Grupo interinstitucional para la atención de mujeres presas y de sus hijos e hijas. El grupo da apoyo legal en el seguimiento de sus casos y favorece la excarcelación de indígenas “cuando procede normativa y legalmente”.
            Los delitos federales ligados a los estupefacientes cometidos por mujeres se han incrementado en los últimos 12 años tres veces más que el de los hombres.
            Hay un fondo, denominado de transversalidad que prepara a las mujeres para la libertad, con capacitación. Planean lanzar a fin de años un programa de información dirigido a las mujeres, para desalentarlas de participar en delitos ligados a los narcóticos.
            Para el investigador Edgardo Buscaglia, coordinador del programa internacional de justicia y desarrollo del instituto Tecnológico Autónomo de México, la amnistía implica aplicar estatus especial para las mujeres. “La discriminación de genero y la precariedad de las mujeres pobres en México son realidades dolorosas que deben ser combatidas”, pero debe de aplicarse la ley tal y como se establece.
            En países como Argentina donde el 40 por ciento de las mujeres tras las rejas están por delitos contra la salud, tienen a consideración una propuesta: prisión domiciliaria, que puede ser una alternativa para las mujeres con hijos pequeños.
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Ivonne fue hija del abandono, Victima de la violación, presa de la adicción hasta hace siete años. Estuvo recluida tres veces. La calle la acogió a los 13 años y la farmacodependencia la acerco a los abandonados de las coladeras de la Central Camionera del Norte, en la ciudad de México. Salió para formar una familia y su esposo, un lenón, le dio hijos y golpes, hasta que al final le abandonó.
“Trabajaba en una fabrica por las mañanas, y por las tardes lavaba ajeno”. Gaby, su hija de 10 años, se hacia cargo de la pequeña Samantha. Un día se harto y acuso de maltrato a su madre, quien estuvo dos años en la cárcel.
            En las últimas dos décadas el gobierno mexicano ha optado por combatir el crimen organizado con la policía y el ejército. Los programas sociales se han dejado del lado.
“Es una opción políticamente mas redituable en el corto y mediano plazo”, asegura el investigador Edgardo Buscaglia en entrevista.
            En Colombia, con el presidente Álvaro Uribe, se han aplicado efectivos programas de prevención; Italia es otro país en el que se ha invertido en la prevención, es un país pionero.
“Tengan en cuenta que el 85 por ciento de las mujeres sujetas a este tipo de comportamiento criminal provienen de ámbitos socioeconómicos y familiares disfuncionales y estos factores de riesgo pueden ser neutralizados a través de programas de prevención a nivel gobierno local y federal”, asegura el especialista.
Gaby cumplió 14 años antes de que Ivonne fuera liberada. Ella rodó por la casa de Noemí, la hermana de Ivonne; después fue con Dulce, su hermana mayor, y al final una mujer la recogió y la empleo en una feria donde ganaba 300 pesos diarios.
            Hace un mes que la familia se reintegró, regresaron a su casa de lamina y cartón, eso si  muy limpia, a la orilla de las vías del tren. Ivonne no consigue trabajo, pero hace moños, vende flanes y busca afanosa a Miguel, un hijo perdido hace tres años en este vaivén de vida.
            Ivonne esta enferma, a sus 37 años tiene diabetes y un problema cardiaco que debe controlar. Vive de la solidaridad de sus vecinos y de sus hermanos, pero eso se acabara, mientras Gaby y Samantha crecen y quieren volver a la escuela.
            Gaby tiene el rostro de un ángel y la voz suave de una niña, pero tiene problemas con las drogas y también con el alcohol. “Ivonne no quiere ver que Gaby esta mal, que necesita controlarla”, dice la tía de Gaby.


En el precipicio
Amairani tiene 13 años, hace unos meses se fracturo la pierna cuando se lanzo de un tercer piso, ya no quiere vivir. Margarita, su madre cayó presa y sus tres hijas de 13, 15 y 16 años fueron distribuidas con la familia, en hogares diferentes. Amairani, lejos de su madre, separada de sus hermanas se lanza desde el piso donde vive, porque quiere huir.
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Selena tiene seis años, Sandra su madre esta presa en Santa Martha, en el DF, porque vendía droga y se prostituía. El padre de Selena es adicto. Selena se quedo bajo la custodia de su abuela, quien no pudo más y huyo hace unos meses.
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La ultima vez que Marisol visito a su mama en la prisión, se le apretó fuerte y le dijo “no quiero irme con mi abuela”, y le confeso que el esposo de su abuela la tocaba mucho cuando la bañaba y cuando la acostaba.
 Marisol tiene cuatro años y vive con sus abuelos paternos, una vez al mes visita a su mama en el Reclusorio, y la noche anterior ella duerme en la casa de su abuela materna.
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David ingreso al Hospital Infantil Azcapotzalco, en el DF, hace seis años por lesiones en el cráneo y la clavícula por maltrato de sus tíos. El hermano de su madre Alfonsina lo retuvo cuando ella fue detenida acusada de venta de estupefacientes. El niño fue remitido al DIF y su madre desconoce su paradero.
Bibliografía:
Trejo, Amparo. Atrapadas por el narco. Revista Día 7. 19 de julio del 2009. No. 465. P. 34

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